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Venezuela: la oposición busca volver a participar en las elecciones  

Con reacciones divididas dentro de la coalición opositora y la población, y dudas respecto a la legitimidad del presidente, la comunidad internacional observa.

CARACAS, Venezuela — A finales de agosto, la principal coalición de la oposición venezolana, la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), sorprendió al anunciar que, tras cuatro años, volvería a competir en unas elecciones contra el régimen de Nicolás Maduro.

Esta plataforma, que agrupa a diversos partidos políticos de diferentes ideologías, pero todas contrarias al chavismo [ideología de Hugo Chávez], fue la responsable de la victoria opositora en las elecciones legislativas de 2015. Sin embargo, la MUD no participó en las municipales de 2017 y 2019, las presidenciales de 2018, ni las parlamentarias de 2020.

Dicha ausencia se dio como respuesta a los avances del gobierno sobre el órgano electoral y la falta de transparencia en las elecciones celebradas en el país sudamericano.

A raíz del desconocimiento de las elecciones presidenciales de 2018, la oposición reconoce a Juan Guaidó y no a Nicolás Maduro como presidente de Venezuela. Para la disidencia, la reelección de Maduro en 2018 fue ilegítima, debido a las irregularidades en los comicios y, al no haber un presidente electo para el período que comenzaba en 2019, por sucesión constitucional dicha responsabilidad recaía en Guaidó, entonces presidente de la Asamblea Nacional.

Tras más de dos años en los cuales Maduro ha logrado mantener el poder de facto, a pesar del reconocimiento parcial de la comunidad internacional a Guaidó, la oposición decidió presentarse a un proceso de diálogo con el chavismo. El gobierno de Noruega organizó las negociaciones, que se están llevando a cabo en México.

El presidente Nicolás Maduro es el líder del ‘chavismo’, una ideología fundada con Hugo Chávez (en la foto dentro de la imagen); falleció en marzo de 2013, pero dejó un legado político que ha bloqueado a la oposición. (Carolina Cabral/Getty Images)

La autorización por parte del órgano electoral chavista para que la tarjeta de la unidad opositora vuelva era una de las exigencias de las fuerzas que representan a Guaidó, las cuales también buscan lograr unas elecciones abiertas y transparentes en todos los niveles, y que se permita el ingreso de ayuda humanitaria al país caribeño.

En contraste, la principal petición del régimen de Maduro en el diálogo es que se levanten las sanciones económicas internacionales sobre funcionarios y empresas venezolanas. En el relato chavista, ahora liderado por Maduro, el deterioro de la crisis venezolana es el resultado de un bloqueo internacional, debido a las sanciones que han recibido en los últimos años.

Las negociaciones parecían arrancar con buen pie, cuando ambas partes se pusieron de acuerdo con un objetivo en común: la ratificación y defensa de la soberanía sobre la Guayana Esequiba, un territorio que Venezuela ha reclamado desde la época de la Independencia, primero al Reino Unido y luego a Guyana.

Las buenas intenciones en el proceso de diálogo parecieron perder credibilidad cuando, a mediados de septiembre, el chavismo pidió incorporar un nuevo miembro a su delegación: Alex Saab, un empresario colombiano vinculado al gobierno de Venezuela y que ha sido acusado de corrupción y lavado de dinero. Saab fue extraditado a los Estados Unidos, tras ser detenido por las autoridades de Cabo Verde.

Algunos ven en la participación opositora en estas elecciones, más que un logro, una señal de debilidad.

“La oposición va a las regionales en noviembre, porque piensa que no tiene otra alternativa”, dijo a Zenger Enderson Sequera, politólogo venezolano. “Temen que si no participan, van a desaparecer, definitivamente, como fuerza política. … Hoy, cuando [la oposición] puede movilizar al país porque estamos en medio de una pandemia y la situación internacional ha cambiado, [debido a que] la presión sobre el chavismo ha disminuido, la oposición vuelve a la alternativa que le queda: el camino electoral”, dijo.

La falta de nuevos liderazgos, la descreencia de la población en el órgano electoral y la probable disminución del padrón electoral después de que más de cinco millones de personas hayan emigrado de Venezuela se presentan como desafíos para la oposición.

“Su objetivo es simple: retomar la iniciativa política mediante la organización y movilización de los venezolanos para luchar contra la dictadura de Maduro. Esto, sin duda alguna, tiene una gran cantidad de retos por delante, a los cuales, por ahora, la oposición no ha dado eficaz respuesta”, dijo Sequera.

Al ser cargos de menor jerarquía los que están en juego en esta elección, como gobernadores y alcaldes, ciertos sectores consideran que el chavismo pudiera permitir que la oposición gane espacios que históricamente han sido disputados.

El mejor resultado que ha obtenido la oposición en unas elecciones regionales fue en 2008, cuando ganó 5 gobernaciones y 54 alcaldías, contra 17 gobernaciones y 272 alcaldías del chavismo.

Sequera no considera que este sea el caso en noviembre. “Para el chavismo, mejorar las condiciones de integridad electoral de cara a unas elecciones presidenciales implicaría perder el poder. No van a ceder en este momento, o al menos no sin una presión decidida de la comunidad internacional”, dijo.

En el plano internacional, la realización del diálogo en México y la participación de la oposición en estas elecciones puede cambiar el reconocimiento sobre las autoridades venezolanas.

Iván Rojas Álvarez, internacionalista venezolano, cree que, si el diálogo llegara a buen puerto, el gobierno lograría normalizar su relación con otros países. Sin embargo, lo ve como un escenario difícil de lograr. “Esta y otras posibilidades dependen del qué se negocie en concreto, y qué puntos terminen de ser acordados. Veo muy difícil que el actual proceso genere un acuerdo suficientemente robusto como para lograr esto, con el chavismo teniendo el margen de maniobra que tiene y la oposición sin vías claras para aumentar la presión sobre este. Veo más probable que, de acordarse algo concreto, sea un acuerdo más modesto, lo cual aun así llevaría a la comunidad internacional a poner mayor respaldo detrás de la posibilidad de una subsiguiente negociación, y quizás a algunos Estados a replantearse sus relaciones actuales con el país”, dijo a Zenger.

La reciente participación de Maduro en la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), también en México, y sus choques con los presidentes de Uruguay y Paraguay, pueden generar un cambio en cómo se perciben las autoridades del gobierno fuera de Venezuela.

“No es común que en este tipo de eventos un mandatario critique de forma tan frontal a otro. Desde ese punto de vista, es difícil ver a Maduro saliendo fortalecido. Aunque algunos interesados en los ‘optics’ podrían decir que ver a Maduro representando a Venezuela en un evento con otros jefes de Estado, a pesar de ser un presidente de facto, ya lo fortalece”, dijo Rojas Álvarez.

“En general, la prensa ha tratado con bastante ligereza un tema muy complejo y delicado como lo es quién es el legítimo presidente de Venezuela y por qué, entonces quizás dependerá de la perspectiva con la que se mire. Quizás desde una perspectiva mediática, el chavismo pueda convertirlo en una victoria”, dijo.

En cualquier escenario, no se espera un gran nivel de participación para las elecciones, que se celebrarán el 21 de noviembre. “No nos mandaron a votar como por cinco años. Se la pasaron diciendo que Maduro y los chavistas eran ilegítimos, y ahora quieren que vayamos a votar a unas elecciones donde compiten contra ellos. Yo no voy a ir a votar, y menos en pandemia”, dijo a Zenger Carmen Gil, ciudadana venezolana.

“En noviembre, la oposición venezolana será derrotada abrumadoramente en las elecciones regionales”, dijo Sequera, al basarse en las encuestas. “La participación será de un 40 por ciento, es decir unos 8 millones de venezolanos irán a votar. De esos 8 millones, 4 millones lo harán por el PSUV [Partido Socialista Unido de Venezuela, el de Maduro]. ¿Por qué? Porque pese a ser muy impopulares, siguen teniendo una extraordinaria capacidad de movilización electoral entre su base de votantes”, dijo.

La expectativa de voto para la oposición es mucho menor. “En el mejor escenario, los datos nos dicen que sacarán 2.5 millones de votos. En el peor, sacará un millón de votos”, dijo Sequera, quien dijo que el escenario más probable es que el chavismo gane todas las gobernaciones y más de 300 alcaldías en Venezuela.
Editado por Melanie Slone y LuzMarina Rojas-Carhuas

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