
A pesar de la pandemia, el estado mexicano de Puebla recibió remesas récord de Nueva York en 2020
Muchos mexicanos, especialmente aquellos que venden productos en las calles, perdieron su fuente de ingreso durante la pandemia. Sus familiares en Estados Unidos acudieron en su ayuda en 2020 con los índices más altos de remesas. (Manuel Velasquez/Getty Images).
NUEVA YORK — Cuando Juan Carlos García, residente de Queens, en Nueva York, dejó de trabajar en 2020, sumó una tribulación más a un año complicado. Había sufrido por dos semanas los síntomas de un COVID-19 no diagnosticado y también había perdido a su primo de 35 años a causa del virus.
Pero eso no impidió a García, un mesero de 27 años que trabaja en el barrio de Nolita, mandar remesas mensuales a su mamá y sus hermanas en Puebla, el quinto estado más poblado de México.
De hecho, le fue posible mandar la misma cantidad de dinero que envió en 2019, e incluso más en momentos de necesidad.
No fue el único
De acuerdo con un informe del Banco de México, Puebla recibió la cifra récord de 1 billón 873 mil millones de dólares de remesas en 2020, 400 millones más que en 2019, para sorpresa de los economistas.
“Esta es una de las tendencias más contradictorias que hemos observado durante la pandemia”, dijo Deepak Lamba-Nieves, presidente de Investigación de Desarrollo Económico en el Centro para una Nueva Economía, una organización sin fines de lucro que promueve la reflexión en la materia. “Expertos a nivel mundial pronosticaban que, debido a la pandemia, veríamos una disminución significativa en los ingresos”.

Un factor de dicho incremento — sugirió Lamba Nieves — fue que el valor del peso mexicano cayó 20 por ciento frente al dólar a finales de marzo. Esto se tradujo en que los familiares recibieron una cantidad en pesos mayor a la normal a cambio de los dólares que enviaron los poblanos desde Nueva York.
Probablemente muchos en Nueva York además enviaron más dinero.
La incertidumbre sobre el impacto de la pandemia también pudo haber sido un factor del incremento.
Muchos inmigrantes habían ahorrado para tiempos difíciles, dijo Lamba Nieves. “Y [como] ellos estaban sumamente conscientes de que las cosas podían cambiar respecto a su situación laboral”, enviaron más dinero.
Resultó, dijo Sebastián Benítez, consultor de Mi Casa Es Puebla NY, organización sin fines de lucro que ayuda a 960 mil poblanos a adaptarse a la vida en el área triestatal (zona Nueva Jersey-Nueva York-Connecticut), que el cambio en las demandas de consumo en Nueva York favoreció a muchos poblanos de la ciudad de Nueva York.
“Cuando el COVID-19 llegó a Nueva York, muchos poblanos quedaron desempleados, pero otros muchos hicieron más dinero que nunca”, dijo Benítez. “Los bares cerraron, no había acceso a fiestas, y por otra parte había una gran demanda por servicios y entregas comerciales. Muchos poblanos trabajan como repartidores para la industria alimentaria”.
De acuerdo con un estudio sobre demografía socioeconómica de los mexicanos en Nueva York entre 1990 y 2010, hecho en 2013 por la Universidad de la Ciudad de Nueva York, 12.7 por ciento eran cocineros, oficio que encabeza la lista de empleos que los poblanos tienen en el estado, seguido de los obreros con un 10.7 por ciento.
Para Eliza Gómez, empleada en el negocio de su padre, Tulcingo Express, una tienda de envíos y de flores en East Harlem que se ha mantenido abierta durante la pandemia, enviar dinero a sus tíos en Puebla fue crucial. Sin ese dinero, dice, sobrevivir “habría sido muy difícil para ellos. Ellos no tienen trabajos estables. Van a mercados los domingos a vender lo que pueden”.
Los mercados en Tulcingo, Puebla, operan una vez a la semana, dice Gómez. Vender frijol y maíz es el único ingreso de su familia. Durante la primera ola de la pandemia, ella y sus padres enviaron cerca de 100 dólares a la semana, más que en 2019.
Mientras el 58.9 por ciento de la pobreza en Puebla disminuye gradualmente en la última década, el estado es aún el quinto más pobre de México, según un informe del gobierno mexicano de 2018.
“Puebla no estaría en ningún lado si no hubiera sido por las remesas, porque la fuente principal de ingresos de Puebla es la agricultura”, dijo Benítez. “[El estado] no es lo suficientemente fuerte como para sobrevivir sin las remesas”.
Para García, como para muchos otros inmigrantes, lo que él le manda a su madre, una florera que vive en Atlixco, municipio rural a 96.5 kilómetros del sureste de la Ciudad de México, juega un papel decisivo en su supervivencia.
“Si no fuera por mí, la verdad es que no sé qué pasaría”, dijo García.
“Ahora mismo ella no está vendiendo nada; ella vive de lo que yo envío”.
Conforme el clima mejora, la vacunación incrementa y la economía se abre de nuevo, muchos en Estados Unidos se sienten optimistas. Pero los problemas en la vacunación en México y la falta de apoyo federal significan que los mexicanos en Estados Unidos juegan aún un papel preponderante para aquellos al sur de la frontera.

Según Lamba-Nieves, los inmigrantes en Estados Unidos son como un programa de asistencia pandémica para muchas ciudades pequeñas y pueblos.
“Esta es una historia sobre inmigrantes siendo los héroes de sus países de origen porque tienen la posibilidad de ayudar a muchas familias y de ayudar a muchos pueblos a sortear la tormenta pandémica”, dijo.
Sin embargo, quienes más trabajan más riesgos de salud enfrentan. De acuerdo con un estudio de octubre de la Universidad de California-San Francisco, los empleados de la industria alimentaria y la agricultura tienen tasas más altas de mortalidad que quienes trabajan en otros empleos, incluidos los trabajadores de la salud. Los trabajadores latinos de la industria alimentaria y agricultores, mostraron un incremento de 59 por ciento en el rango de mortalidad, el pico más alto de cualquier estudio demográfico.
No obstante, dejar de trabajar no es realmente una opción; los desempleados batallan para poder pagar sus deudas.
José Guadalupe Ávila dijo que estuvo sin trabajo durante ocho meses del año pasado, de los cuales uno estuvo en cama debido a lo que él supone fue COVID-19.
Entre alimentar a sus hijos, pagar medicinas caras y una renta de Nueva York, Ávila se vio obligado a enviar menos dinero a su padre y sus hermanas en Acatlán de Osorio. Su ganado y sus cabras sirvieron para alimentarse cuando el bolsillo de Ávila estaba atado, dijo.
“[Los poblanos] dejan todo atrás, vienen a un lugar que es completamente extraño para ellos, que los ignora por completo, los aísla, solo para hacer dinero que puedan enviar, para que puedan vivir en paz, con algún tipo de comodidad”, dijo Benítez, el consultor, cuya madre es de Puebla.
“Ese es su objetivo”, dijo.
Ahora Ávila ha vuelto a trabajar. Se desempeña como cocinero de desayunos durante las mañanas, y durante las tardes, como vendedor de flores. “Gracias a Dios que dejamos atrás el 2020”, dijo el residente de Queens. “Fue muy pesado, muy difícil para mí”.
García también trabaja de nueva cuenta.
A pesar de la turbulencia económica y emocional que ha enfrentado el último año, se considera uno de los afortunados gracias a su estatus migratorio. Él es un residente legal. Sus muchos amigos indocumentados no gozan de lujos como los apoyos de desempleo ni el seguro médico. Él intenta mantenerse optimista.
“Ni siquiera sabemos qué es lo que va a pasar”, dijo.
“Pero debemos tener fe en el Todopoderoso”.
(Traducido por Yerem Mújica; editado por Gabriela Olmos)