Artesanos modernos, rodeados de retos, ofrecen productos únicos
Al pensar en artesanías, muchas veces se nos vienen a la mente los tejidos de palmas, la alfarería y demás artilugios que distinguen a la cultura mexicana.
Pero también existen los llamados artesanos modernos, en su mayoría jóvenes, que echan a andar su talento e imaginación creando piezas a base de todo tipo de elementos. Algunos también las venden.
“En mi caso realizo figuras de crochet, tan distintas como mi imaginación me lo permite”, dice Samanta Mendoza, mexicana de 22 años.
“Algunas están basadas en personajes muy conocidos y otras simplemente son parte de inspiración que tomo de las redes sociales. Además, venderlas me ayuda a ganar dinero extra que a nadie le cae mal, más como está la cosa ahorita en el país”.
Por lo general esta actividad se aprende directamente de otros y con la práctica, y requiere de talento e imaginación.
“Aprendí de forma autodidacta viendo videos, comprando los hilos, los ganchos y las agujas. Y parte de mi éxito fue la promoción en redes y el apoyo de mi novio que es profesor y empezó a ofrecerlos en la escuela y sus compañeros le compraron”, dijo Mendoza, quien también es trabajadora administrativa.

Por definición, un artesano es aquella persona que realiza un trabajo de forma manual, sin auxilio de maquinarias, lo que da como resultado una serie de productos distintos entre sí.
Las artesanías suelen ser confundidas con las manualidades, pero la actividad implica otros procesos.
Para muchas personas una artesanía es un término medio entre el diseño y el arte, pero para otras es todo lo contrario. Puede considerarse como la continuación de los oficios tradicionales en los que la estética tiene un papel destacado, pero el sentido práctico del objeto elaborado también es importante.
“Yo sí me considero artesana moderna”, dijo Berenice Cuevas, mexicana de 42 años y propietaria de la tienda Raty.
“Me dedico a diseñar pulseras tanto para hombres y mujeres con estilo. Inicialmente fue porque padecía depresión y una niña me enseñó; luego yo empecé a capacitarme y así lancé mi línea. Tengo estilos diferentes en donde los precios varían porque van acorde a las piedras empleadas”.
Uno de los principales problemas de las artesanías tradicionales y modernas es la competencia con los productos procedentes de procesos industriales de bajo costo, con apariencia similar a los productos artesanos, pero con menor precio y calidad, por ejemplo, los productos chinos que abundan en las ciudades de América Latina.

“Pues sí es un poco difícil competir con las líneas comerciales, industriales, y con los que ya mandan las pulseras hechas del extranjero”, dijo Cuevas.
“Pero acá el sentimiento que se imprime a cada pieza es algo que ellos no pueden brindar. Cada unidad está hecha a mano y a cada una se le dedicó un momento de mi vida”.
La comercialización representa otro reto. Suele realizarse en talleres individuales o de pocas personas, con poca capacidad para llegar al mercado.
“Yo recomendaría a los compradores a apoyarnos, a darnos la oportunidad de conocer nuestros productos y comprobar la calidad con la que están hechos”, dice Mendoza.
“También a evitar el regateo, porque aquí hablamos de mucho tiempo invertido para hacer las piezas con amor”, finalizó.
(Editado por Melanie Slone y LuzMarina Rojas-Carhuas)