Los tatuajes de nuevo son aceptados
Una moda que podría parecer moderna en realidad es sumamente antigua.
La historia detrás es milenaria, tan antigua que resulta difícil de creer. Gracias a lo que son ahora, en este momento de la historia, los tatuajes tienen gran aceptación y visibilidad. De hecho, fueron de las primeras invenciones en la humanidad.
Se cree que hace más de 5,000 años, la civilización euroasiática fue la primera en aplicar tinta en la piel; es como si fueran los primeros tatuadores, de forma ‘oficial’. Lo hacían para identificar ciertos rasgos de algunas comunidades, pero el origen exacto de los tatuajes no se conoce.
Lo que se sabe es que la tinta de ‘henna’ proviene de los egipcios, donde los tatuajes se convirtieron en un fenómeno que era muy buscado para enaltecer una posición económica y social por encima de los demás. Las mujeres, especialmente, buscaban tatuarse, para proyectar su poder, sensualidad y feminidad.
Por su parte, los celtas y germánicos usaron este arte por cuestiones más estratégicas y de guerra. Los asiáticos, concretamente los japoneses, marcaban a los difuntos con formas que también pintaban en sus mercancías, para que no se perdieran en el camino al descanso eterno.
“Si tienes un tatuaje, eres parte de una cultura histórica de más de 5 mil 300 años de antigüedad, más o menos”, dijo Horacio Barradas, sociólogo por la Universidad Veracruzana. “Lo digo así porque los rastros más antiguos que tenemos del tatuaje se encontraron en una momia de esa edad bautizada como Otzi, a la que se le encontraron cerca de 61 tatuajes”.
“En las momias de Egipto también se encontraron rastros de tatuajes, como por ejemplo en mujeres embarazadas que eran tatuadas, [se cree] para proteger su embarazo. También ahí se han encontrado vasijas y estatuillas que parecen representar tatuajes, así como utensilios que se cree sirvieron para marcar a las personas”, dijo Barradas.
En Mesoamérica, los tatuajes funcionaban para rendir tributo a través de la piel; cuando un hombre o mujer pasaba a ser sacrificado, los tatuajes daban un punto extra en el rango de su valía.
El rol de la Iglesia en la Edad Media fue determinante en la prohibición de los tatuajes, pues toda acción contraria a la ‘pureza’ del cuerpo humano era considerado en contra de Dios. Con la Colonización española en el siglo XV, la prohibición se extendió hasta Mesoamérica, y algo que los nativos consideraban como una actitud normal se extinguió.
Así, los tatuajes pasaron a ser parte de actitudes rebeldes, ocultistas o ‘por debajo del agua’, en un intento de la gente de que pasaran desapercibidos, para que nadie se diera cuenta.
Resurgieron con los viajes por el mundo. Se cree que en Polinesia, los maoríes realizaban ceremonias religiosas donde las civilizaciones se tatuaban para acercarse más a sus creencias. Al entrar en contacto con esta civilización, los occidentales vieron una revolución en el pensamiento acerca de lo que un tatuaje significaba.
En el munco Occidente, Martin Hildebrandt, quien tenía el primer salón de tatuajes en Nueva York, creó tendencia entre los hombres de la Guerra Civil estadounidense. Quien estuviera tatuado era parte de un grupo que había compartido experiencias; eran más que compañeros, ahora eran hermanos de campo de batalla.
Su popularidad aumentó en la década de 1970, con la idea de la libertad de expresión. Las personas empezaron a sentir curiosidad más allá del morbo, encontrando que los tatuajes podían llevar con ellos significados, y no solo un trazo marcado, sin sentido alguno.

“Llevo por lo menos 13 años como tatuador, y creo que he hecho de todo y visto de todo. Creo que poco a poco he contribuido a esa gran ola en la moda del tatuaje que ha ayudado a borrar ese estigma que había antes sobre las personas que se rayaban el cuerpo”, dijo Pablo López González, tatuador profesional.
Los tatuajes conllevan una marca de por vida, aunque ahora hay métodos para retirarlos. Cargan mucha historia. Todo aquel que se tatúa remonta su experiencia espiritual a unos 5 mil años atrás, cuando los primeros que se atrevieron a usarlos dejaron una herencia cultural con mucho significado.
(Editado por Melanie Slone)