
Los terremotos han marcado a Chile
El terreno imponente y majestuoso de Chile tiene su aspecto aterrador.
El país ha vivido una serie de fenómenos naturales que han dejado mucha destrucción a su paso. A pesar de la destrucción que los chilenos suelen enfrentar, siempre logran levantarse de los escombros. Los terremotos, sobre todo en el Cinturón de Fuego del Pacífico—una de las regiones más sísmicas del mundo—, forman parte de la identidad del país y hasta se expresan en la cultura popular.
Las naciones que forman parte del Cinturón de Fuego del Pacífico, además de Chile, son Nueva Zelanda, Bolivia, Ecuador, Perú, Colombia, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, El Salvador, Honduras, Guatemala, México, Estados Unidos y parte de Canadá.
Los terremotos chilenos marcan la historia
Para los pueblos prehispánicos, los terremotos eran entendidos a través de interpretaciones religiosas y simbólicas. Los mapuches—sociedad del siglo XVI que habitó en Chile y Argentina—los consideraban como una manifestación de un desequilibrio cósmico que necesitaba recuperarse por medio de rituales y ofrendas a los dioses y espíritus de sus antepasados.
Cuando los españoles llegaron en la época colonial, debieron haber resentidos los efectos devastadores de la actividad sísmica. El mayor terremoto registrado en crónicas coloniales tuvo lugar en mayo de 1674. Redujo a escombros todo Santiago, provocando una enorme crisis económica en una temporada de sequías. Fue una de las combinaciones más devastadoras para la gente en ese tiempo. En 1751, se dio otro en Concepción que propició que la ubicación de la ciudad cambiara.
Hubo otros dos terremotos durante el siglo XIX que destruyeron gran parte de la zona central, en Concepción y Talcahuano—en 1822 y 1835. Después, se le sumó uno que se transformó en maremoto en Arica, en 1868. Las ciudades chilenas han pasado por varias reconstrucciones después de quedar en ruinas, además de haber vivido muchas bajas ante los miles de muertos que quedaron bajo sus escombros.

Chile es un país proclive a sufrir estos fenómenos naturales, pues está ubicado al límite de la placa tectónica de Nazca, la cual choca contra la placa de Sudamérica. Estos dos grandes bloques de superficie terrestre tratan de avanzar una encima de la otra, así que la placa de Nazca empuja por debajo de la de Sudamericana, creando el movimiento involuntario de los terremotos. A pesar de que la comunidad científica lo sabe, no puede predecirse cuándo ocurrirá un sismo, o de qué magnitud.
“Hoy día tenemos una placa que es más densa y pesada, como lo es la placa de Nazca, que es submarina”, dijo Marcelo Lagos, geógrafo por la Universidad de Chile. “Y tenemos las cordilleras, más la placa sudamericana. Todo eso da como resultado la zona de acoplamiento intersísmico, zona donde pueden ocurrir terremotos de poca profundidad que, como están cerca de la costa, pueden generar tsunamis. Otros tipos de sismos son los que se producen por la Placa de San Ramón. Ahí tenemos también eventos que han sido muy superficiales, como podría ser el terremoto de 1947”, dijo.
En las labores de reconstrucción y rescate en 1939, el Parlamento de Chile encontró una oportunidad de planear mejor y organizarse en conjunto con las autoridades y la población en general, después de vivir un terremoto en Chillán y toda la región cercana. Se creó la Corporación de Fomento y Reconstrucción (CORFO), una institución dirigida por el Estado, que fomenta la actividad industrial y la reconstrucción del país cada vez que se dan estos acontecimientos.
¿Cómo es para ellos vivir de esta manera?
Algunos están acostumbrados; para otros es estresante, pero no deja de impresionar el tener que estar en alerta continua y casi al borde del colapso. Recuperarse de algo así no solo deja estragos materiales, sino cicatrices y vivencias descomunales, y más para la población con menos recursos.

“Nadie puede ser categórico en pronosticar sismos, no se puede, nadie puede decirte cuándo ni cada cuántos años”, dijo el especialista chileno. “Lo que sí, es que la Falla de San Ramón es de bastante peligrosidad, porque se ha confirmado que esta falla está activa; además, ha producido terremotos en el pasado. Por eso, la mejor recomendación a todos los chilenos es procurar la cultura de la prevención, estar listos, escuchar a las autoridades, ante cualquier escenario que pudiera presentarse”, dijo.
En 1960, se registró un sismo que quedó documentado como el más fuerte en el mundo, con 9.5 en la escala de Richter. No solo movió la tierra, sino que llegó acompañado de un tsunami que arrasó y devastó las provincias de Cautín, Valdivia, Osorno, Llanquihue y Chiloé. En 1985, se registró otro en la zona central; en 2007, otros dos en Aysén y de Tocopilla, con grandes pérdidas arquitectónicas. El más fuerte, en el siglo XXI, fue en 2010, el segundo más destructivo en la historia de la nación, con 8.8 grados en la escala de Richter.
(Editado por Melanie Slone y LuzMarina Rojas-Carhuas)