
Es bien sabido que el fútbol—también fúbol, fulbo o chuti—, es considerado como el deporte argentino por excelencia. Pero su gente considera que es mucho más que eso, como también lo es el tango. Estos dos pilares socioculturales han otorgado al país un toque especial dentro de su personalidad; no hay Argentina sin este par.
Con más de 900,000 jugadores federados, este país futbolero no puede definirse sin su pasión por él, pues es parte de su identidad nacional. Es el más practicado por hombres y mujeres en su tierra. El deporte se celebra cada 14 de mayo, en el Día del Futbolista Argentino. Su Asociación del Fútbol Argentino (AFA) se creó en 1893, y es una de las federaciones más longevas fuera de Europa.

¿Qué significa para ellos su pasión por el fútbol?
Más que un deporte, lo consideran un arte. Es normal que sea un conector entre toda su gente, sin distinción de clase social, para crear un tejido de alegría masiva alrededor de las heridas que puedan darse ante las adversidades que azotan no solo a su pueblo, sino ante el mundo entero. Tiene una importancia tremenda en términos económicos y políticos, siempre presente como parte del ADN en su estructura nacional.
Muchos argentinos ven el fútbol como un medio para ascender. Por eso, se preparan desde muy pequeños, entrenando con gran pasión, entrega y dedicación, más que en otros países latinoamericanos. Lo único que puede decirse no tan positivo es que pueden llegar al extremo del fanatismo, ocasionando algunos eventos turbios a causa de la rivalidad entre ellos mismos o con gente que no sea de su país. Pero este desborde puede controlarse siempre en la cancha.
Existen muchas referencias al deporte dentro del medio artístico. En el mundo cinematográfico, literario, teatro y humorístico, el fútbol ha encontrado la manera de hacerse inmortal, abriéndose más camino desde comienzos del siglo XX. Además, su gente se refugia en él para sobrellevar conmociones de todo tipo. No es solo el principal medio de entretenimiento para su gente, sino que su consumo lo convirtió en un negocio colosal. Cada fin de semana la sociedad argentina sabe que tiene una vía de escape ante la cotidianidad y monotonía.
Los medios de comunicación se han encargado de mantener esta actividad en una posición popular, pues durante años se han visto muchos programas televisivos abocados al deporte, sobre todo al fútbol. Lleva a que medios impresos o programas de radio busquen la forma de estar a la vanguardia, especializándose en el tema.
“El fútbol en Argentina nos representa, nos viste, nos exhibe; con lo bueno y lo malo nos desnuda, nos deja de cara frente a nuestras miserias y nuestras virtudes. No existe la Argentina sin el fútbol”, dijo Andrés Eliceche, periodista deportivo.
Pueden encontrarse espacios exclusivos que hablen de los partidos cada fin de semana—de sus jugadores, del entrenamiento, entre otros detalles. Es un tema que se consume a diario, sin tener caducidad, y que genera hasta cierto punto polémica. Pero al fin y al cabo, es una característica singular dentro de este territorio. Es un elemento que siempre ha estado presente, convirtiéndose en uno indispensable en su cultura e historia.
“Es parte de nuestro ser constitutivo; no podemos imaginarnos cómo sería nuestra vida sin fútbol. Para el hincha que su equipo gane es lo primero, el cómo es un elemento alternativo que no necesariamente tiene que formar parte, entonces primero ganar y después vemos cómo; ahora, cuando juega la selección no solo tiene que ganar sino que tiene que jugar muy bien, tiene que llenar los ojos, tiene que hacer goles bonitos para que eso tenga sentido”, dijo el periodista argentino.
En este momento están pasando por un momento histórico a nivel nacional ante el fallecimiento del icónico deportista Diego Armando Maradona Franco, fue futbolista y entrenador argentino. Murió de sesenta años por un paro cardiorrespiratorio en la casa de Tigre, donde se instaló después de una operación en la cabeza por un hematoma subdural. Se desempeñó como delantero y mediocampista ofensivo y fue considerado el mejor futbolista de toda la historia.
(Editado por Melanie Slone y LuzMarina Rojas-Carhuas)