Pan de Muerto: ¿Por Qué se Come y Cuál Es su Origen?
La muerte es un tema recurrente en la cultura mexicana. Los mexicanos la han venerado desde la época prehispánica. Nezahualcóyotl, el gobernante de la ciudad-estado de Texcoco en el México antiguo, describió la vida en la Tierra como efímera y el apego que la gente tiene para ella como un sueño del que todo el mundo finalmente se despierta.
Hoy en día, los mexicanos celebran a sus antepasados muertos con ofrendas donde se combinan olores, sabores y colores. Pan de Muerto (literalmente, el pan de los muertos) y las calaveras son protagonistas de estos altares.

Lo que se dice del origen del pan de muerto en México
Durante el período prehispánico, los aztecas o Mexica ofrecieron a su dios Tlalmatzincatl bolas o figuras hechas con una pasta llamada “tzoalli” (amaranto, maíz y savia maguey.) El antropólogo Salvador Reyes Equiguas explica que dada la naturaleza sagrada del tzoalli, los aztecas comieron estas figuras o bolas “como una manera de comunión”.
El festival de Xocol Huetzi coincidió con la actual celebración del Día de Muertos. Durante esta festividad, “se construyó un trono en forma de poste, y varias figuras de dioses hechas de “tzoalli” fueron colocadas en la corona. Los jóvenes competían para ver quién podía llegar a la cima y agarrar las figuras. Aquellos que lo hicieron, ofrecieron la efigie comestible a aquellos que la necesitaban en su familia”.
La antropóloga Marta Turok dice que durante el período colonial, los españoles reemplazaron el “tzoalli” por figuras antropomórficas hechas de pan de trigo, o caras de azúcar moldeada, que dieron origen al Pan de Muerto.
Algunas teorías sugieren que con la llegada del catolicismo, la eucaristía (el sacramento de recibir el cuerpo de Cristo simbolizado por un pedazo de pan) aumentó un estrato al acto de disfrutar del pan durante el Día de Muertos.
La forma redonda del pan simboliza el ciclo de la vida y la muerte. El círculo al centro del pan simboliza el cráneo del difunto, las tiras son imitación de los huesos. Se pueden encontrar en forma de cruz, haciendo alusión a los cuatro puntos cardinales y a los dioses prehispánicos Quetzalcóatl, Tláloc, Xipe Tótec y Tezcatlipoca. En la cultura mexicana, la religión nativa se combinó con el catolicismo, creando expresiones sincréticas, como el Pan de Muerto.
Para evocar el recuerdo del que partió se agrega esencia de azahar. Dependiendo el estado se varía la manera de elaborar el Pan de muerto. Por ejemplo, en Oaxaca se trata de un pan de yema decorado como alfeñique, mientras que en Puebla, se le ponen semillas de ajonjolí.
Este pan preparado con harina, levadura, azúcar, huevos, mantequilla, azahar, manteca vegetal y agua es un producto cultural del sincretismo entre las tradiciones europeas y las nativas del México precolombino, por combinar las técnicas españolas en la preparación del pan y la visión que se tiene sobre la muerte en tierras mexicanas.

El 1 y 2 de noviembre de cada año, los mexicanos esperan celebrar el Día de Muertos. Durante la celebración, disfrutan del Pan de Muerto con chocolate caliente. La UNESCO declaró el Día de los Muertos Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad en 2003, reconociendo esta festividad que “tiene gran importancia en la vida de las comunidades indígenas de México”.
(Traducido y editado por Gabriela Olmos. Adaptado al español por Rafael Prieto)