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Inquietantes Ecos de “La Peste”, la Novela de Albert Camus, en la Vida Real de Orán, Argelia

Similitudes y diferencias entre la novela de 1947 del Premio Nobel y el impacto del COVID-19 y los toques de queda en la ciudad.

ORÁN, Argelia — Un misterioso virus arrasa la ciudad de Orán, Argelia, en la novela de Albert Camus La peste. Hoy, la ciudad de la costa mediterránea se enfrenta al COVID-19. Visitar los bares, playas y avenidas que aparecen en el libro revela paralelos enigmáticos entre la ficción de 1947 y la realidad de 2020.

Orán, conocida en francés como “lugar de resplandor” debido a su abundante sol y a sus cielos generalmente despejados, permanece bajo toque de queda desde mediados de mayo, después de semanas de confinamiento total.


Camus, quien más tarde ganaría el Premio Nobel de Literatura, escribió justo después de la Segunda Guerra Mundial sobre una epidemia silenciosa en la ciudad que mató a ricos y pobres, a menudo de manera impredecible.

“Hoy nos enfrentamos a un enemigo invisible”, dijo el profesor Lellou Salah, presidente del Consejo Científico de la Universidad de Ciencia y Tecnología del Hospital Oran-Mohamed-Boudiaf, donde estudia la tuberculosis.

Avenida en Orán, Argelia, el 12 de mayo de 2020. Ésta luce desierta y sin peatones, pues los habitantes de la ciudad se quedan en casa para protegerse del COVID-19. (Farid Sait / Zenger)
Las calles de Orán, Argelia, en su mayoría lucen desiertas y sin peatones, incluso las que se encuentran frente al mar, mientras los habitantes de la ciudad se resguardan en casa para protegerse del COVID-19, el 12 de mayo de 2020. (Farid Sait/Zenger)

Camus imaginó personajes luchando por responder a una epidemia cerca del mismo edificio. En el número 67 de la calle Arzew, una avenida central, los pocos extranjeros que quedan deben someterse a medidas de desinfección.

La pandemia del coronavirus es, en cierto modo, peor que la pesadilla de Camus, que se desarrolló en este puerto normalmente bullicioso a lo largo de la costa mediterránea de África.

Su historia oscura comienza con ratas que mueren inexplicablemente en las calles y gente del pueblo molesta que culpa al departamento de saneamiento. A medida que la gente enferma, muere y aumenta el pánico, las autoridades acuerdan recolectar e incinerar las ratas, pero ignoran a los médicos que las instan a cerrar la ciudad a extraños potencialmente contagiosos.

Los funcionarios vacilan y se demoran. Sólo cuando los muertos se apilan, cierran las puertas de la ciudad y la declaran en cuarentena.

Las autoridades de Orán en la vida real fueron algo más rápidas en actuar. Y enfrentan una amenaza más peligrosa. Al comparar la historia ficticia con la pandemia de hoy, “el nuevo coronavirus es una amenaza incontrolable a diferencia de La peste [de Camus], que pudo haberse detenido con una serie de campañas de vacunación y control de plagas”, dijo Salah. Como en la novela, no existe una vacuna.

Caminar por la avenida principal en fechas recientes es toparse con tiendas y cafés cerrados, monumentos vacíos al pasado de una ciudad que solía ser vital. De prisa, antes del toque de queda de las 3:00 p.m., un puñado de compradores busca baguettes, queso y botellas de plástico de un litro de agua. El fin del Ramadán, Eid al-Fitr, se celebró este 30 de mayo, pero las compras no han vuelto a la normalidad como suele ocurrir después del ayuno.

Orán, en general, es una ciudad tranquila. En una ventana, una mano enguantada corrió brevemente la cortina ante un transeúnte.

Camus se centró en las consecuencias psicológicas y sociológicas de meses de cuarentena, el estrés del aislamiento total y el cambio abrupto a la vida básica. La respuesta de sus personajes fue inquietantemente similar a lo que sucede en la actualidad.

Las calles de Orán, Algeria, en su mayoría lucen desiertas y sin peatones, ya que los habitantes de la ciudad se quedan en casa para protegerse del COVID-19, el 12 de mayo de 2020. (Farid Sait/Zenger)
Una mujer joven se protege del COVID-19 con un cubrebocas médico, en Orán, Algeria, el 12 de mayo de 2020. (Farid Sait / Zenger)

Algunos se enfocan en su propio sufrimiento; se sienten aislados de sus seres queridos y de la comunidad en general. Otros intentan huir de la ciudad o burlarse de las medidas preventivas sanitarias.

Algunos miran a los enfermos con rabia o sospecha. Otros, decididos a hacer algo, cualquier cosa, trabajan activamente para combatir la plaga.

Todo el mundo vive al límite: cansado, aislado e inseguro sobre cuándo terminará la pesadilla.

73 años hacia el futuro de la novela, pero en la vida real, tras dejar la avenida desierta y girar hacia la calle costera de Front de Mer, el aire salado es un recordatorio de los días de playa en verano. Hordas de personas ignoran el distanciamiento social y se adelantan unos a otros hacia el puerto, mientras los pájaros graznan en los cables eléctricos y los niños corren para alcanzar a sus padres cuando se quedan atrás.

Los argelinos del Centro Hospitalario y Universidad, donde 20 personas están en terapia intensiva por COVID-19, están cansados ​​de la cuarentena, y de aquellos que piensan que están por encima de ella.

Djilali Chaibi, de 50 años, se recupera de la enfermedad. Él dijo que el coronavirus se ha “propagado rápidamente a otras personas, todo por el incumplimiento de las medidas de contención y prevención”.

El distrito de Belgaid, la ciudad natal de Chaibi, se encuentra a unas nueve millas al noreste de Orán y ha tenido el mayor número de casos de COVID-19 en el área.

Las admisiones hospitalarias continúan en aumento. En Argelia, se ha utilizado ampliamente la hidroxicloroquina, un tratamiento no confirmado con efectos secundarios a veces molestos. Pero le ha dado a la población un motivo de optimismo, dijo Salah.

En la novela de Camus, los expertos culpan a las condiciones ambientales: las ratas y el saneamiento deficiente. Si bien los desechos y la basura ensucian algunas calles ahora, especialmente en los barrios viejos y pobres, la transmisión y el tratamiento de la peste de la novela “es completamente diferente de lo que estamos experimentando hoy”, dijo Salah.

El primer ministro argelino, Abdelaziz Djerad, y el ministro de Salud, Abderrahmane Benbouzid, visitaron Orán recientemente para evaluar la evolución de la transmisión de casos y las condiciones hospitalarias.

Djerad anunció otra extensión de la cuarentena, con toque de queda, en las 58 provincias del país.

Vehículos cruzan la puerta del Hospital Universitario de Orán, en Algeria, el 12 de mayo de 2020. (Farid Sait/Zenger)
Médico fuera del Hospital Universitario de Orán usa cubrebocas para protegerse del COVID-19, el 12 de mayo de 2020. (Farid Sait/Zenger)

Cuando Benbouzid recorría el Hospital de Oran-Mohamed-Boudiaf, dijo que mientras llegaba el nuevo equipo de protección para los trabajadores de la salud, éstos debían proveerse de sus suministros personales.

Miles mueren en la historia de Camus, mucho más de los que probablemente matará el coronavirus en Orán y en la provincia circundante del mismo nombre, donde el número de muertos es de 21 hasta ahora. Se han registrado 627 casos positivos, de los cuales se han recuperado 234, según el Ministerio de Salud, Población y Reforma Hospitalaria de Argelia.

Pero la novela trata menos sobre la muerte que sobre lo que sucede a una comunidad cuando la cuarentena se extiende de días a semanas y luego a meses. Los ciudadanos de Orán en la novela dejan gradualmente atrás sus quejas individuales y adoptan un sentido colectivo de responsabilidad social para luchar juntos contra un asesino silencioso que no conoce fronteras.

Cuando la peste termina de forma abrupta, unos diez meses después de su aparición, los personajes de Camus hacen lo que muchos de nosotros haríamos.

Algunos se mantienen alejados, aterrorizados por el regreso del virus. Otros se quedan con las cicatrices de las muertes de familiares o se sienten empujados a registrar la historia de la comunidad.

La mayoría vuelve a sus rutinas normales, olvidando, o queriendo olvidar, la calamidad que había unido momentáneamente a la comunidad.

Hoy en Orán, la novela se ha convertido en noticia. Como en todas partes, los temores al coronavirus persisten y nos empujan a preguntarnos cómo elegimos responder y aprender. La cooperación es efímera. Y el capítulo final aún está por escribirse.

(Traducido por Gabriela Olmos. Editado por Stephanie Mikulasek y Richard Miniter.)

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